1.-
En
el Dormitorio: |
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El dormitorio es un espacio donde el anciano,
cuando ya tiene algún problema de movilidad,
pasará más tiempo que el habitual.
Esto exige, aunque de un modo equilibrado
y cauto, lo que podemos pensar como una multiplicación
de funciones del dormitorio. |
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Junto
a la función ligada al dominio de la privacidad,
a la de organización y distribución
de la indumentaria, se puede agregar la de cierta
conexión con el mundo exterior y en alguna
medida las de recepción y socialización.
Esta multiplicidad de funciones puede generar alguna
clase de competencia del dormitorio con otros espacios.
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En contextos institucionales, la
estimulación del anciano para inducirlo a
que no permanezca demasiado tiempo dentro de su
dormitorio es de una gran eficacia terapéutica.
Es en general favorable que el anciano salga
de su habitación y frecuente, todo lo que
le sea posible, otros espacios. Esto mejora
su socialización, lo integra a un esquema
común de actividades, lo conecta con otros.
En este sentido, una habitación excesivamente
dotada de equipamientos que mejoren su confortabilidad
puede constituirse en un obstáculo. |
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Hay que medir hasta qué punto,
entonces, el dormitorio compite con otros
espacios, sobre todo con aquellos que proporcionan
alguna clase de atractivo de uso social, de entretenimiento
o encuentro. |
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Sin embargo, esto no debería implicar de
ningún modo la reducción del dormitorio
a cubículo —secundario, oscuro, desolador,
insípido— pensado exclusivamente como
reducto destinado al descanso o la atención
terapéutica.
La vista al exterior, una adecuada ventilación
e iluminación natural son imprescindibles.
No obstante, es corriente que las instituciones
geriátricas o bien prefieran orientar los
dormitorios hacia espacios interiores o bien prescindan
por completo de la vista. |
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La idea implícita de esta negativa
a fijar las vistas de los dormitorios hacia el exterior
es, en buena parte de los casos, la
de mantener ocultos a los ancianos.
Los administradores de geriátricos
suelen considerar que la imagen de un anciano desde
afuera puede resultar “desagradable”,
atentatoria del propio “estilo” de la
institución; esto colabora
en esa imagen exterior mórbida de los geriátricos,
imagen aséptica y carente de vida.
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Es también corriente la creencia
de que el anciano busca una vista tranquila, serena,
sedante; un hermoso jardín, por
ejemplo. La práctica, sin embargo, indica
lo contrario: que el anciano, en realidad y mientras
está en condiciones de obtenerlo, persigue
con su mirada situaciones de mayor vitalidad y movimiento,
que le resulta más atractiva una vista sobre
el tráfico explosivo de las calles, el ir
y venir de los caminantes, el ritmo acelerado y
el pulso acelerado de la ciudad. La vista
al exterior, la luminosidad, el contacto del dormitorio
con el mundo exterior es un elemento de enorme eficacia
para mejorar las condiciones anímicas generales
del anciano.
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Es
también muy útil disimular dentro
del dormitorio todos los elementos que evocan de
inmediato ideas de postración, enfermedad;
hay actualmente camas ortopédicas que no
tienen, en cuanto a su aspecto formal, ninguna diferencia
con camas normales. |
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Asimismo
es altamente recomendable hacer del dormitorio
un espacio alegre y bien ambientado, que
disipe en él toda imagen sórdida,
de reclusión, y que reduzca,
hasta donde sea posible, los efectos perceptivos
que surgen en situaciones de internación
hospitalaria. |
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Es
probable que el anciano deba pasar en posición
acostado más tiempo de lo habitual.
Esto implicará un modo particular de
diseñar las vistas con arreglo a las alturas
y ángulos de visión que alcanza la
mirada desde una cama. Puede que el anciano
pase más tiempo sentado, lo que obligará
también a considerar esas medidas. |
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A su vez, hay que tener en cuenta las alturas
máximas de placard (1.40 m.), de
los accionadores de las ventanas, las alturas de
los antepechos, de los timbres de llamada, de los
enchufes, barrales, etc. |
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En el análisis de las medidas es inmediatamente
visible que uno de los factores de mayor
incidencia en el diseño del dormitorio
(así como ya vimos en relación con
otros espacios) es la cantidad de metros
cuadrados libres, pensados así para permitir
movimientos y desplazamientos muy complejos.
Este factor es probablemente más determinante
que el de los distintos accesorios o los detalles
constructivos. Tiene, lógicamente,
un peso decisivo en lo económico.
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En
relación con las ventanas, balcones
y terrazas se pueden aplicar las mismas características
que apuntamos en el apartado de los estares.
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La
planificación de los placard debe también
tener en cuenta que una persona sentada en silla
de ruedas no puede alcanzar niveles inferiores a
los 40 cm. ni superiores a 1.40 m. Si bien
las puertas corredizas pueden ser de utilidad por
cuanto son de más fácil manipulación,
hay que tener en cuenta que no dificulten
la visión completa del interior del placard.
Los cajones hechos con rejillas metálicas
favorecen la visualización de lo que contienen
y, además, son mucho más livianos. |
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Es
útil proveer una luz interna que
encienda al abrir las puertas de los placard.
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En
el diseño de dormitorios institucionales
es importante prever la instalación
de repisas donde el anciano pueda tener a la vista
objetos personales (recuerdos, adornos,
fotografías, libros, etc.) que le
permitan —ya que se ha alejado de
su casa, de sus muebles— tener alguna
clase de vínculo, de relación con
su pasado, con su historia personal. |
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Las
carpetas, al borde de la cama, no
son aconsejables; pueden producir resbalones y caídas. |
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Alrededor
de la cama hay que prever el espacio suficiente
para maniobrar con silla de ruedas, camilla, elevador. |
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Asimismo
hay que considerar que sobre el perímetro
exterior de la cama será habitual la presencia
de personal auxiliar, médico y paramédico.
Para evitar accidentes de trabajo entre
los asistentes es cada vez más corriente
el uso de elevadores hidráulicos que permiten
incorporar al anciano y moverlo para realizar tareas
de higienización u otras. |
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Para
un anciano que se maneja solo, la altura recomendable
para la cama, es de 0.45m.; esta
medida varía cuando el anciano debe recibir
atención constante: en ese caso la altura
ideal es de 0.85m. Estas diferencias de
altura pueden resolverse mediante el uso
de camas regulables en distintas posiciones. |
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Hay
que prever el uso de una luz nocturna permanente
que no introduzca molestias en el sueño.
Son útiles para los asistentes, así
como también para los propios ancianos. Fija
a la pared, por detrás de la cabecera de
la cama se puede situar una luz de lectura que evite
encandilar y que no produzca reflejos innecesarios. |
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Es
imprescindible proveer una red de timbres para urgencias.
En la cama, cerca de un sillón, a una altura
variable entre 1.20 m. y 15 cm. para ser utilizado
también en caso de caídas. |
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(*)
Este articulo lo aportó el Arq. Eduardo F..
uno de los Arquitectos integrantes de nuestros equipos
de Geronto Diseño. |
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